2020 fue uno de los años más accidentados de la historia reciente. La pandemia de COVID-19 paralizó varios segmentos de los mercados globales, EE. UU. y China mantuvieron una continua confrontación comercial y el precio del petróleo alcanzó mínimos sin precedentes. Pero el año aún no ha terminado, y al menos hay un evento importante que podría afectar a los mercados globales: las elecciones presidenciales de Estados Unidos, que tendrán lugar el 3 de noviembre.
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Los prolegómenos de las elecciones
Como es natural, Estados Unidos y el resto del mundo estarán muy atentos a las elecciones y a sus resultados. Estados Unidos, posiblemente la superpotencia más poderosa e influyente de la tierra, influye en muchos aspectos de la población mundial y la carrera por la presidencia no es una excepción. La identidad del partido gobernante y del comandante en jefe resulta relevante para la mayoría de las personas del planeta.
Los meses previos a las elecciones son históricamente menos favorables para los mercados estadounidenses. Desde 1922, más de la mitad del trimestre anterior a las elecciones ha resultado negativo si nos atenemos a lo que reflejan los principales índices. Sin embargo, 2020 podría tener su propio conjunto de normas. La pandemia de COVID-19 provocó pérdidas mayores que las de la Gran Depresión, y la recuperación llevó a una de las rachas más alcistas en la historia de los mercados. Además, gigantes tecnológicos como Apple, Amazon y Microsoft escalaron a cotas nunca antes alcanzadas, lo que llevó a algunos analistas a pensar que estamos en una burbuja.
Trump frente a Biden
Los candidatos de los partidos republicano y demócrata son muy conocidos. Por un lado, el presidente en ejercicio, Donald Trump, cuyo mandato coincide con uno de los mayores repuntes del mercado en la historia, pues los tres principales índices estadounidenses, DJ30, SPX500 y NASDAQ100, alcanzaron máximos históricos estando él en el cargo. Al mismo tiempo, el coronavirus también surgió mientras estaba en el cargo, y eso llevó a una de las mayores caídas del PIB en la historia de Estados Unidos.
Enfrente tenemos a Joe Biden. Quizá este veterano político, cuya carrera se prolonga ya 47 años, sea más conocido por haber sido el vicepresidente del anterior presidente Obama. Aunque no se le consideraba una superestrella en popularidad como el ex-presidente a cuyas órdenes trabajó, Biden se convirtió en el favorito de Wall Street cuando aceptó la nominación demócrata, sobre todo porque es mucho más moderado que los otros demócratas a los que derrotó en la candidatura: Elizabeth Warren y Bernie Sanders.
La importancia de la vicepresidencia
Los compañeros de campaña de cada candidato también desempeñan un papel importante, si bien esta vez resulta más significativo por el lado demócrata. El vicepresidente de Trump, Mike Pence, es un conservador muy conocido y su presencia como número dos de Trump en estas nuevas elecciones resulta menos impactante. Sin embargo, la elección de Biden para vicepresidente ha acaparado todos los titulares.
Kamala Harris es una política muy conocida y popular. Se la considera además de extremadamente ingeniosa y firme, toda una ganadora. Además de ser una consumada y experimentada política, también es una mujer de color. Conseguir el cargo de vicepresidenta la situaría como una «pionera», pues sería la primera vicepresidenta femenina (con permiso del personaje de ficción Selina Meyer) y la primera vicepresidenta negra. Por no mencionar que si Biden no pudiera terminar su mandato por el motivo que fuera, Harris se convertiría en la presidenta.
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Demócratas o republicanos: ¿qué es mejor para los mercados?
Para los demócratas estadounidenses, la guinda del pastel es la popularidad de Harris en Wall Street. Aunque tradicionalmente se cree que los republicanos son los que sirven mejor a los intereses de los inversores, parece que Wall Street prefiere a Harris. Contar con el apoyo de Wall Street también significa que los bolsillos demócratas recaudan más dinero, como ha sido el caso este año, por primera vez en una década.
Existen varias razones que justifican el apoyo que Harris está obteniendo: en primer lugar, al igual que Biden, Harris es mucho más moderada que otros nominados a vicepresidente, como Sanders o Warren, lo que significa que algunas de las ideas más extremas sugeridas por los demócratas no se materializarían bajo su mandato. En segundo lugar, representa la estabilidad, algo que muchos inversores a largo plazo han estado buscando en la montaña rusa que ha caracterizado a la presidencia de Trump. Y por último, se cree que ni Harris ni Biden anularán la reducción del impuesto de sociedades de Trump.
Contar con el apoyo de Wall Street es una hazaña que no muchos demócratas han logrado. Sin embargo, la historia demuestra que los gestores del dinero pueden cambiar de opinión. Históricamente, el PIB ha subido más bajo los demócratas que bajo los republicanos, y esto también implica el crecimiento del mercado de valores. Irónicamente, la razón puede ser «socialista», ya que los demócratas a menudo promueven planes económicos que favorecen el empleo a tiempo completo, lo que da lugar a que se gane y gaste más dinero.
El día después de las elecciones
Nadie sabe quién ocupará el cargo de presidente en el despacho oval el año que viene, y a pesar del liderazgo de Biden en las encuestas, la historia reciente nos ha enseñado que todo puede suceder el día de las elecciones. A fin de cuentas, Hillary Clinton fue declarada vencedora antes de que Trump ganara finalmente la presidencia. Históricamente, cuando terminan las elecciones, los mercados repuntan en los meses posteriores. Sin embargo, como tantos otros factores técnicos y fundamentales que afectan a las fluctuaciones de los precios este año, no hay forma de intentar si quiera predecir si será así este año. No es solo Trump contra Biden, pues cuando se trata de ver cómo se comporta Wall Street, la COVID-19, China, las grandes tecnológicas y el temor a una burbuja también influyen en la votación.
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