Comencemos con la compleja realidad de la inversión y el dinero: este último no crece en los árboles y todo el mundo va detrás de él. Hay actores (o parásitos) que se comen el dinero que tanto le ha costado ganar: algunos agentes de corretaje cobran tarifas ridículas, gestores de fondos hacen lo mismo, o el gobierno a base de impuestos. Sin embargo, hay un «cargo» que mucha gente olvida, a veces, porque es insignificante, pero la mayoría de las veces porque se come el dinero de un modo mucho más encubierto. ¿Alguna idea de lo que estoy hablando? Sí, es la temida inflación.
Inflación 101
Imagine que tiene $100,000 en efectivo, y puede elegir entre invertir en una empresa que cotiza en bolsa con un rendimiento del 10% al año o comprar una casa de 3 dormitorios por esos $100,000. Suponiendo que le gustaría comprar la casa, pero también comprar un coche por $10,000, su mejor decisión será invertir en la empresa que cotiza en bolsa para ganar el 10%.
Un año después, tiene $110,000, acude con impaciencia al promotor para comprar la casa, pero descubre que el precio actual de la casa es de $110,000, lo que supone una subida del 10%. Ahora podría preguntarse: ¿por qué es más cara si sigue siendo la misma casa? Lo más probable es que la respuesta sea la inflación (el precio en aumento de los bienes), que en nuestro caso fue el mismo 10% anual.
Por consiguiente, aunque tenga más dinero que hace un año, su poder adquisitivo se mantuvo igual, es decir, hoy en día sus $110,000 son equivalentes en poder adquisitivo a los $100,000 del año pasado debido a la inflación. De ahí que digamos que la inflación es un parásito silencioso, no reduce su rentabilidad al quitarle literalmente su dinero, sino al hacer que las cosas sean más caras, lo que hace que pueda comprar menos.
«La inflación es fiscalidad sin legislación».
– Milton Friedman
En los Estados Unidos, la mayor parte de Europa, y Japón, la tasa de inflación ha oscilado entre el 0 y el 3% en los últimos 30 años, por lo que es bastante insignificante e irrelevante. Sin embargo, es importante advertir que, en nuestro escenario, la rentabilidad del 10% en las acciones es bastante moderada, pero una tasa de inflación del 10% es relativamente rara en los mercados desarrollados, pero sí que se ha llegado a conocer en la historia.
¿Y si la inflación fuera del 5% o más?
Entonces, podríamos toparnos con graves problemas por el camino. ¿Por qué? Imagine que gana un 10% anual, sin incluir comisiones e impuestos (lo cual ya es mucho), pero tiene una inflación, digamos, del 6%. De repente, su rentabilidad real sería 1 + rentabilidad dividida entre1 + tasa de inflación – 1, por lo tanto, solo el 3,77% (¡antes de impuestos!). Se trata de una enorme diferencia con respecto al 10% inicial.
En este sencillo cálculo, puede ver lo que queda de nuestra rentabilidad nominal del 10% tras ajustarse a la inflación. Podemos observar que la rentabilidad real es una función negativa de la inflación; en pocas palabras, cuanto mayor sea la inflación, menor será nuestra rentabilidad real.
¿Podemos protegernos frente a ella?
En 1977, la revista Fortune publicó un artículo fascinante: «How inflation Swindles The Equity Investors» (Cómo estafa la inflación a los inversores de capital), escrito por el legendario inversor en valor Warren Buffett. El artículo se publicó durante los años de alta inflación entre 1973 y 1981, cuando la inflación promedió un 10.4% y alcanzó un máximo del 13.3%.
El Sr. Buffett comienza diciendo que era sabiduría convencional, o una regla general, si lo prefiere, creer que las acciones eran una protección contra la inflación. Eso significaría que lo único que teníamos que hacer para evitar la inflación era invertir en acciones, porque se pensaba que las acciones no solo obtendrían una rentabilidad estándar sin inflación, sino también una rentabilidad adicional equivalente a la tasa de inflación, lo que compensaría su efecto.
Entonces… ¿Compensan en realidad las acciones a la inflación?
Si lo piensa bien, esta propuesta no es del todo descabellada: invierte en una empresa, que obtiene algunos beneficios y su rentabilidad sobre el valor contable son sus beneficios. Si la inflación sube, también aumentarían los precios de los bienes y servicios que vende la empresa, obteniendo así más beneficios (y ganando más a cambio y compensando la inflación).
Sin embargo, a esta explicación le falta una pieza importante del puzle. Por lo general, la inflación significa un aumento de todos los precios: incluyendo materiales, mano de obra, costes de la energía, etc. Así pues, aunque los precios (y, por tanto, las ventas) aumenten, también lo harían los costes de la empresa, con lo se obtendrían más o menos los mismos beneficios nominales y la misma rentabilidad con respecto al valor contable. Sin embargo, ahora nos encontramos en un hipotético escenario de inflación, lo que significa que la misma rentabilidad nominal sobre el valor contable sería menor en términos reales.
¿Puede demostrarse empíricamente? En realidad, sí. Warren Buffett afirma que entre 1945 y1975, la rentabilidad media sobre el valor contable de las empresas de la publicación Fortune 500 promedió el 12%, con muy pocas desviaciones. Durante ese periodo, Estados Unidos experimentó diversas tasas de inflación, incluso negativas en algunos años. No obstante, incluso con tasas de inflación al alza, la rentabilidad sobre el valor contable se mantuvo casi constante, lo que demuestra que las acciones en general no ofrecen mucha protección contra la inflación.
La situación empeora
¿Por qué?, podría preguntarse. En la inflación no es todo malo, no me malinterpreten. Pero al igual que el fuego, es un gran sirviente pero un terrible maestro. Si se controla en torno al 2%, todo es bueno y funciona como un reloj. Pero cuando empieza a descontrolarse a niveles del 5% o más, tenemos un problema. Los gobiernos intentan evitar esto, pero cuando sucede, su principal herramienta es subir las tasas de interés. En mucho.
Y eso provoca la ralentización de la economía haciendo que el dinero y la deuda sean más caros, y así contienen la inflación. Pero eso también provoca la caída del valor del mercado de valores.
¿Por qué unas tasas más altas hacen bajar el precio de las acciones?
¿Recuerda cuando dijimos que la rentabilidad sobre el valor contable es casi constante a un 12%? Pues bien, lo que hacemos a la hora de invertir es realizar descuentos, es decir, comparar la rentabilidad que podemos obtener con la opción sin riesgo y ver cuán atractiva es la posible rentabilidad arriesgada. Si la tasa sin riesgo establecida por el banco central es, digamos, del 2%, el 12% de la acción parece mucho, aunque sea arriesgada (una de las razones por las que los mercados se están disparando ahora, cuando las tasas sin riesgo están cerca del 0%).
Pero, ¿qué ocurre si sube la inflación, por ejemplo, hasta el 8%, y el gobierno tiene que aumentar las tasas rápidamente para combatir la inflación? En tal caso, la rentabilidad del 12% ya no es nada atractiva. Este efecto se refleja por los precios a la baja, ya que muchos inversores comienzan a vender sus acciones y optan por una tasa sin riesgo. Si invierte en acciones, estos precios bajistas (a menudo se trata de un descenso muy acusado) significan que empieza a perder dinero.
Estallan las burbujas
«Price is what you pay, value is what you get.» (El precio es lo que paga, el valor es lo que obtiene)
– Warren Buffett
Con una empresa sobrevalorada, es aún peor. Warren Buffett esboza una aritmética sencilla para ilustrar que cuánto más sobrevalorada esté una empresa (a juzgar por el ratio entre valor de mercado y valor contable), su rentabilidad será aún peor. Citando textualmente su artículo:
«Cuando las acciones se venden sistemáticamente a su valor contable, todo es muy sencillo. Si una acción tiene un valor contable de $100 y también un valor de mercado medio de $100, las ganancias del 12% por empresa generarán una rentabilidad del 12% para el inversor (menos esos costes de fricción, que ignoraremos por el momento). Si el ratio de pago es del 50%, nuestro inversor recibirá $6 como dividendos y $6 más por el aumento en el valor contable de la empresa, que, por supuesto, se reflejará en el valor de mercado de sus participaciones.
«Si la acción se vendiera al 150% del valor contable, la imagen sería distinta. El inversor recibiría el mismo dividendo en efectivo de $6, pero ahora solo representaría una rentabilidad del 4% sobre su coste de $150. El valor contable de la empresa seguiría aumentando un 6% (hasta $106) y el valor de mercado de las participaciones del inversor, valorado sistemáticamente en un 150% del valor contable, también aumentaría un 6% (hasta $159). Pero la rentabilidad total del inversor, es decir, resultante de la apreciación más dividendos, sería solo del 10% frente al 12% subyacente obtenido por la empresa».
Simple y llanamente: si una empresa está sobrevalorada (o la economía y el mercado de valores están inmersos en una burbuja), usted estará en una situación peor y menos protegido (lo que no sería de extrañar)
¿Es real la inflación alta?
Respondería a su vez con una pregunta: ¿por qué no iba a serlo?
Estamos muy acostumbrados a periodos de inflación cercanos a cero. La mayoría de los inversores de hoy en día ni siquiera han experimentado un entorno de inflación alta. No obstante, la inflación de dos dígitos se ha producido varias veces a lo largo de la historia, como he mencionado anteriormente, incluso en mercados tan desarrollados como Estados Unidos. No podemos asumir que simplemente porque no hayamos experimentado una inflación elevada desde hace mucho tiempo, esta no vaya a producirse.
Además, tenemos muchas razones para creer que se producirá un repunte de la inflación en los próximos años: principalmente debido a las medidas de alivio cuantitativo (QE, por sus siglas en inglés ), que básicamente está inyectando dinero (a una tasa nunca antes vista) en la economía; además, la pandemia de COVID-19 ciertamente no ayuda, sobre todo porque todas las medidas de estímulo social y alivio económico para las empresas están financiadas por, efectivamente lo ha adivinado, la impresión de más dinero.
Hay un gran debate en Wall Street sobre la posible e inminente alta inflación, que finalmente podría materializarse o no. Se trata de un encarnizado debate: hay economistas que están seguros de que llegará al 10%, otros creen que se mantendrá básicamente en cero y luego otros que creen que estará entre medias.
Una cosa es segura: nadie puede predecir la inflación, ni Warren Buffet, ni los economistas, ni los oráculos con una bola de cristal y, desde luego, yo tampoco. Pero eso no importa; lo importante es que ha ocurrido unas cuantas veces en la historia y, sin duda, puede volver a ocurrir.
¿Cómo prepararse?
- Las acciones ofrecen la rentabilidad más alta históricamente, por lo que invertir en ellas es un buen comienzo. Vimos que, de media, la rentabilidad sobre el valor contable se sitúa en torno al 12%, pero podemos intentar elegir empresas con una mayor capacidad de ofrecer ganancias, aquellas que sean más rentables y obtengan una mayor rentabilidad. De todos modos, eso es lo que hacemos como inversores en valor. Seguidamente, compramos a precios moderados e intentamos comprar acciones infravaloradas, que es lo que hacemos como inversores en valor de todos modos (de nuevo).
- Activos alternativos como el oro o el Bitcoin serían algunas de las protecciones favorables frente a la inflación. Cuando el llamado «dinero fiduciario» (billetes de banco tradicionales) pierde su poder adquisitivo, la gente tiende a correr hacia activos «más seguros». Sin embargo, solo parecen seguros el oro o el Bitcoin, pues no son activos que generen dinero y, como tal, preferiría mantenerme alejado de ellos como inversor en valor.
- Por último, tenemos la opción de conservar el dinero en efectivo. Si decide «sentarse» sobre el efectivo, podría considerar aparcarlo en valores del tesoro protegidos contra la inflación (TIPS, por sus siglas en inglés), lo que significa que su dinero se invierte en bonos del gobierno, pero sin estar sujeto al riesgo de la inflación.
En resumen:
- La inflación disminuye su rentabilidad al hacer que todo sea más caro, lo que le permite comprar menos (reduciendo su poder adquisitivo/riqueza)
- Las acciones no ofrecen mucha protección frente a la inflación: la rentabilidad sobre el valor contable es más o menos constante en torno al 12% (de 1945 a 1975, según las empresas de Fortune 500)
- Las empresas sobrevaloradas (por el ratio de valor contable a valor de mercado) le hacen ganar una menor rentabilidad
- Si llega la inflación, no solo hace que su rentabilidad real sea menor, sino que además la reacción del gobierno de subir los tasas provoca la bajada de los precios de las acciones (lo que hace que pierda aún más dinero)
- No podemos excluir la posibilidad de una inflación elevada en el futuro
- Nadie puede predecir la inflación, solo podemos especular y prepararnos
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Daniel Kotas (@LucaPaccioli) es un Popular Investor eslovaco de eToro. Tiene un máster en banca y finanzas por la Universidad de Zúrich, donde también forma parte del programa de gestión de portafolios.
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